Despertar la curiosidad en una época marcada por las pantallas y la velocidad es todo un desafío, que Cristina Loza tilda de satisfactorio. En una invitación especial, la escritora brindó una charla sobre el lenguaje, el presente y el pasado.

La célebre escritora Cristina Loza pasó por el Teatro Roberto Risso del Instituto Milenio Villa Allende para compartir su mirada sobre los nuevos modos del lenguaje y del sentir y un sutil instructivo de cómo hacer uso del pasado para enriquecer el presente, en una era donde las pantallas y la velocidad son dueñas del tiempo.
Con un auditorio lleno, y en el marco del VIII Congreso Internacional de la Lengua Española y bajo el lema de “El lenguaje para dibujarnos la vida” Loza abrió puertas al debate sobre la posibilidad de cambiar la realidad a través de las palabras, re significando los recuerdos para mejorar el presente.
En un mano a mano Loza agradeció por la invitación del Instituto Milenio y de la Biblioteca y agregó: “El joven siempre tiene una atención muy dispersa, es difícil pasar de un tema a otro, tratar de tocar puntos sensibles como lo es la comunicación en las redes sociales, el amor en estos tiempos, la fragilidad de los vínculos, la falla en la autoestima determinada por los ‘me gusta’ en los posteos (…) hoy en día es fundamental hablar de cómo nos comunicamos, cuál es el lenguaje que usamos para comunicarnos, eso en la charla de hoy ha sido muy grato”.

Instituto Milenio Villa Allende: ¿El lenguaje ha mutado con la tecnología?
Cristina Loza: Es un lenguaje que ha cambiado, se ha achicado, está como más mezquino, entonces he decidido avanzar con las palabras. De todas maneras, no reniego de los jóvenes, siempre trabajo desde mi metro cuadrado y esta vez mi metro cuadrado fue este lugar, pero no reniego de la época que les toca, porque ellos van a tener cintura para andarla. Uno va haciendo aportes desde el costado: ellos corren la carrera y nosotros le vamos alcanzado el vaso de agua, la toalla, les gritamos les hacemos la barra. A cualquier adolescente le pasa lo mismo, es decir, adolece, está creciendo, le cuesta el mundo, la familia, hay muchos niños que están muy solos todo el día, con padres trabajando, entonces les digo que busquen un adulto, un referente, un compañero de los cursos más grandes, un preceptor, porque es una etapa de mucha duda y mucha indecisión.
IMVA: ¿Que es lo que más se ha perdido?
CL: Hablé mucho sobre la maravilla del encontrarse cara a cara con el otro, podemos ver si está nervioso, si sonríe, hay toda una proyección sobre el habla, no sólo lo que digo entra en juego si no también cómo lo digo, cómo lo expresa el cuerpo. Es la programación neurolingüística de cómo me proyecto al mundo, sobre el idioma gestual. Todo esto, se pierde en las redes sociales, donde existe una exposición tremenda y prevalece el miedo a no pertenecer, a ser excluido, esa sensación de muerte en vida hay que trabajarla, el adulto debe advertirle al niño que ‘no pasa nada’. Es normal, todos quisimos pertenecer a algún grupo de jóvenes pero no se puede ir la vida en eso, el autoestima no puede verse afectado por una opinión en una red. Es necesario estar más ocupado y evitar dejar volar a la conjetura, tener un mínimo de cordura dentro de lo que significa la revolución hormonal propia del adolescente. Tiene que existir un encuentro, como dije en la charla ‘necesitamos encontrarnos en alguna esquina’, ellos tienen mucho futuro y yo, mucho pasado, en algún punto debemos encontrarnos.
IMVA: Desde el pasado utilizas muchos elementos y recuerdos para tus escritos.
CL: Sí en todas las novelas, y además arreglo el pasado como si fuera una enorme constelación, ubico a los excluidos, a los que no están en el mapa. Al momento de escribir una acomoda, aunque sea una historia. “El revés de las lágrimas” es uno de los libros que más satisfacciones me ha dado porque lo presento en los colegios. Los chicos aprenden historia argentina anclados en una ficción sobre mujeres cautivas, los indios ranqueles, entre otros. Esa es una de las maneras de enganchar a los chicos, atraerlos hacia la escritura




Una línea de vida
Cristina Loza nació en Córdoba y su amor por este lugar prevalece hasta el día de hoy. Ha sido destacada como escritora que rescata la historia y la cultura del lugar de origen, sus escritos siempre versan sobre sus recuerdos, la infancia de donde nacen los diversos personajes que lanzan sus novelas.
Egresada de la Universidad Nacional de Córdoba, coordina El Club de la Cicatriz, taller de escritura como resiliencia para quienes necesitan sobreponerse a traumas y heridas emocionales. Su primera novela, Malasangre (2002; Emecé 2008) recibió críticas auspiciosas. Luego publicó las novelas El revés de las lágrimas (Emecé, 2007), La hora del lobo (Emecé, 2008), El oso de Karantania (Emecé, 2011), Mariposas griegas (Emecé, 2012) y Adorado John (Emecé, 2014), que obtuvieron gran éxito de crítica y público y son constantemente reeditadas. La Hora del Lobo fue publicada en Italia en 2010.