Pasaron más de 30 años del conflicto que enfrentó a la Argentina con el Reino Unido y aún hoy sus combatientes luchan para no caer en el olvido.
Ya transcurrieron varios días desde el 2 de abril, Día del Veterano y de los Caídos en Malvinas. De todos modos, la memoria no tiene fecha para ser ejercida, por ello, los alumnos de 4º, 5º y 6º grado del nivel primario del Instituto Milenio Villa Allende, estuvieron trabajando sobre su historia, los grandes momentos, sus inicios y finales para llegar hasta un presente que se corona con un gran encuentro, una visita especial.

En este marco, Mario Cano, presidente de la Comisión de veteranos de Malvinas de la ciudad de Villa Allende, acompañado de Rubén Aguilera, ex combatiente de la guerra, asistieron al colegio para brindar una emotiva charla.
¿Cómo te sentiste cuando volviste? ¿Qué era lo que más extrañabas? ¿Tenían comida? ¿Qué dijo tu familia cuando te enteraste que debías ir a Malvinas?, fueron algunas de las curiosidades de los más chicos que no dudaron en regalar dibujos, pedir firmas y fotos a nuestros héroes.
En diálogo con el Instituto Milenio, los veteranos de Malvinas nos cuentan parte de su historia, los procesos actuales para satisfacer sus necesidades, y su lucha que no acabó en las islas, sino que debió continuar a lo largo de estos años para no caer en el olvido.
IMVA: ¿Cómo es su historia?
Rubén Aguilera: Nací en Córdoba y sigo viviendo acá. A los 18 años salí sorteado para el servicio militar de manera aleatoria y me tocó la Armada. Me incorporaron en febrero del `81 y en marzo del mismo año nos mandaron a la Antártida. Ahí estuve hasta que salimos para navegar y me tocó la recuperación de las islas Georgias del Sur.
Mario Cano: Soy de Río Ceballos, nací en Colonia Caroya. En mi caso, salí sorteado con el 683 y me tocó ir a Comodoro Rivadavia, en Chubut. Esto fue el 1º de febrero del `82 y el 2 del mismo mes, nos trasladaron al aeropuerto por la mañana temprano y ahí nos quedamos hasta iniciar el 2 de abril.
IMVA: ¿Cómo se conocieron?
MC: Creo que la guerra de Malvinas fue lo que nos juntó, así como siempre digo, los veteranos somos hermanos porque tenemos la misma causa.
RA: En mi opinión creo que la guerra genera elementos de unión que no se encuentran recurrentemente, o sea, el haber vivido realidades que en apariencia pueden ser distintas, pero tienen un fondo común. Incluso en la pos guerra uno se puede encontrar con algunos compañeros de manera casual. Por ejemplo, una vez, estaba de vacaciones en Miramar en la costa, estábamos comiendo y me doy vuelta y en la mesa de atrás había un veterano y le digo: ¿Vos estuviste en las Malvinas? Y me responde ‘si, ¿vos también no?’.
IMVA: ¿Cómo fue la post guerra para ustedes?
RA: Para nosotros fue duro, nos prohibieron la posibilidad de que el pueblo nos reciba, en la post guerra, sobre todo. A los hermanos del ejército los subieron en un colectivo, taparon los vidrios con papel de diario y los metieron de noche por la parte de atrás de los cuarteles. A mí también me trajeron a Córdoba de noche para que nadie nos viera.
IMVA: ¿Por qué no querían que los vieran?
RA: Porque los que estuvieron en el Ejército, sobre todo, venían con 40 kilos, o sea, un adolescente de 18 años con una altura promedio de 1,70 pesaba 40 kilos. Entonces, los llevaron al cuartel y les dieron de comer, los engordaron para poder sacarlos y devolverlos a las familias. La mayoría volvió casi un mes después.

MC: En el sur se vivió de una manera distinta, en el sur estaba la gran mayoría de los cordobeses. Hoy por hoy, en Córdoba somos casi 1.900 veteranos y la mayoría estábamos allá. Cuando nos traen, el 21 de junio en el Norland, que era un buque civil inglés, recién ahí nos realizaron primeros auxilios, nos higienizaron, curaron y nos trajeron al continente, hasta Puerto Madryn y de ahí hasta Trelew. Muchos iban en camión, otros en colectivo y ahí estábamos con 40-45 kilos como dice Rubén. En mi caso, pesaba 63 kilos cuando me fui y volví pesando 45 kilos.
Cuando nos pudimos ver en los espejos, luego de un gran tiempo, nuestro rostro estaba todo chupado, la piel pegada. Nos impresionamos de nosotros mismos cuando nos mandaron a bañarnos y vimos nuestro cuerpo, no nos veíamos hacía tres meses, nuestra cara tenia barba, la piel seca, los ojos hundidos, no nos podíamos reconocer, éramos personas extrañas. Eso trajo consecuencias, uno de los traumas que la gran mayoría tiene con Malvinas es que por ahí estábamos en el lugar y pensábamos que no, que en realidad era un sueño. Creo que se da porque no tuvimos nuestro reflejo por muchos días.

IMVA: Es como un piloto automático, estás y no estás. ¿Y hoy en día qué necesidades tienen? ¿Sienten que están contempladas por nuestra sociedad?
RA: Hoy medianamente estamos un poco mejor, imaginen que en los primeros diez años ni siquiera teníamos obra social, estábamos absolutamente abandonados, nos dieron la baja y nos abandonaron. Después de 10 años pudimos tener una obra social como el Pami, pero con una cobertura como para indigentes, que tampoco nos cubría lo básico que era la asistencia psiquiátrica. Aún hay un déficit con la asistencia psiquiátrica, no sólo para el veterano sino también para el núcleo familiar. Es decir, la cabeza del veterano está muy jodida en ese sentido. En estas fechas estamos como en temporada alta, están todos los sentimientos encontrados, la irritabilidad también está a flor de piel, y es la familia la que se hace cargo de esto. La falta de asistencia psiquiátrica creo que es el gran déficit que tenemos en este momento. Los estados, nacional o provincial, todavía nos siguen ignorando, aunque no lo crean. Todo lo que se consiguió, todo lo que el veterano tiene, como la pensión de guerra y algún que otro reconocimiento, han sido pura y exclusivamente lucha del veterano. El 2 de abril se fija como feriado nacional inamovible gracias a una lucha de 12 años de parte de los veteranos de guerra, antes ni siquiera era un feriado, si caía lunes se daba feriado para hacer finde largo y sino, era el día del acto nada más. 12 años de lucha nos dio lugar a tener una ley que reconozca el 2 de abril como feriado nacional.

MC: Tal así es que, cuando estuvo de presidente Menem, nombra el día de la soberanía el 14 de junio y para nosotros fue tristísimo porque fue el día del ‘cese el fuego’. Nos cayó muy mal esa decisión y a partir de ahí la lucha fue tremenda, hasta tomamos la Casa de Gobierno para conseguir no solamente que el 2 de abril sea el día de los veteranos y caídos de Malvinas, sino que también sean reconocidos y no tener que estar pidiendo ayuda. Por aquel entonces ya se habían quitado la vida mas de 500 soldados por no tener ayuda ni un tratamiento psicológico y psiquiátrico, que hasta el día de hoy sigue pasando. Inclusive hoy por hoy son muy pocos los psiquiatras que están preparados para poder tratar a un veterano de guerra.
IMVA: Además eran muy jóvenes.
RA: No es una patología común digamos, Argentina no estaba preparada para esto. fuimos muy chicos, pero volvimos siendo grandes, gente de 30 y pico de años. Soy operado de la rodilla y recuerdo que el médico me dijo que aguantamos mucho por la edad que teníamos, aguantamos el frío, el hambre, el clima, porque éramos chicos y si hubiéramos sido más grandes hubieran existido más bajas de soldados. Teníamos “pie de trinchera”, uno dormía y el otro le cuidaba la espalda haciendo guardia, y amanecía todo mojado porque estaba dentro de un pozo con agua abajo y se mojaba toda la ropa. Entre 8 y 11 grados bajo cero era la temperatura normal, era durísimo y encima había falta de comida y de agua.
MC: Además la comida era sopa con unos fideos nomas.
IMVA: Fueron muchas necesidades, ni tan siquiera tenían un abrigo adecuado para la zona.
RA: En el caso mío que estaba en la armada, era totalmente distinto. Pertenecía a un grupo de playa y teníamos que bajar a cubrir a los camilleros y a los médicos del fuego enemigo. Pero nosotros teníamos otro tipo de equipos y armamentos, en el barco comíamos todos los días, esa era la diferencia. Yo volví con los 67 kilos que tenía a diferencia de Mario que volvió con 45.
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