El desafío de aprender en pandemia

Por Lic. Boffelli Natalia- Asesora Pedagógica y Coordinadora Sopp IENM – IMVA


La pandemia parece arrasar con la educación, con nuestros vínculos de conocimiento, con las experiencias áulicas, los vínculos afectivos, aquellos espacios compartidos, momentos de construcción propios de la enseñanza.

El aula es un lugar donde se tejen millones de cosas importantes, tanto para los y las estudiantes como para los y las docentes de todos los niveles, pero no van a poder. Aún de la forma que se disfrace la situación porque aprendemos más del desafío.

Nos desafiamos cada día con la heterogeneidad de situaciones, capacidades diversas, modalidades de aprendizaje, algunos se endurecen y otros se ablandan en sus exigencias, pero nadie saca más que actitud para enfrentar la tarea. Lo bueno es que se está viendo el cambio que queríamos, centrarse en el aprendizaje, porque es el motivo de la enseñanza y es el porqué de los ajustes educativos que se requieren.

Aparece con fuerza la planificación diversificada que atiende a los procesos individuales, se evalúa lentamente o más profundamente, según las transformaciones de cada equipo docente a partir de evaluaciones formativas- de proceso- metacognitivamente (haciendo conscientes los procesos de aprendizaje y al servicio de uso para la vida). Ya se hacen parte de la heterogeneidad los alumnos con procesos en integración como el concepto de inclusión pretende desde su origen. Son todos modos diversos de aprender, todos pueden aprender, y tienen derecho a hacerlo, en tiempos y formas diferentes.

También aparecen grupos más flexibles. Notarán que podemos en burbujas, podemos en bimodalidad simultánea, podemos en virtualidad con un estudiante, incluso con grupos numerosos. Nos atrevimos al aula invertida y lo hacemos cada vez mejor, paso a paso, haciendo de las estrategias una autonomía, una serie de aprendizajes, potencialmente inmenso, con sacrificios y desafíos.

Las TIC pasaron a ser otro recursos más que nos atraviesa y acá estamos, aprendiendo con diferentes generaciones de docentes, expertos y novatos, todos juntos. Los AEC (Acuerdos Escolares de Convivencia) que reemplazaron a los clásicos reglamentos pedagógicos, ya son parte de nuestras clases de virtualidad. Hay nuevos marcos y reglas de juego en esta convivencia y a ello lo construimos juntos.

Se desdibujan los límites entre las escuelas como instituciones y los hogares. Somos una comunidad escolar en convivencia permanente y estamos aprendiendo a convivir y a comunicarnos más asertivamente.

Podemos, divididos en burbujas, ver los procesos más detalladamente, monitorear y hacer distintos seguimientos, ver avances y retrocesos, y sobretodo actuar, tener más calidad de tiempo, y no tanto tiempo con falta de calidad. En casa y en las escuelas las pequeñas cosas (y no siempre cosas), se nos dan como una gran oportunidad. E suma la alegría de nuestros estudiantes al retorno a clases aún en bimodalidad, aun con riesgo de volver a la virtualidad, se suma la actitud de aprendizaje de los docentes, y a la empatía que nos tocó la puerta para no dejar de pensar en uno, pero con mayor intensidad, poder pensar en el otro.

Recom,iendo que no discutamos por insignificancias, con nadie bajo ningún aspecto. Está presente la actitud, la necesidad de los y las docentes y estudiantes en aulas virtuales, bimodales o presenciales, de la escuela que sola se reubica y dice acá estamos, y de familias que sostengan con respeto, cariño y confianza, a quienes hacemos posible hoy lo que
nunca pensamos que sucedería.

Mucho por delante, difíciles momentos, más aún sabiendo lo que los grandes golpes
emocionales pueden hacernos atravesar, pero si mejoramos esto que hoy nos deja ver el tsunami de la pandemia, vamos a tener oportunidad de mejora y equilibrio, todos juntos.

En todos los aspectos que atravesemos es necesario saber que no estamos solos, que hay gente pensando en el otro, que se atreve al desafío de educar y de vivir.


¡Gracias!
A los estudiantes por desear el regreso y dejarnos ser parte de esa enorme alegría.
A los docentes por la actitud de aprendizaje y desafío.
A las instituciones escolares por sostenernos como personas emocionales y profesionales.
A las familias por creer que juntos podemos educar y acompañar el desarrollo más saludable para nuestros estudiantes e hijos.


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