En el actual contexto de cuarentenas prolongadas, del quedarse en casa como regla común a todos, la escuela junto a sus protagonistas, se encuentra en una búsqueda permanente donde re inventarse es una necesidad y a su vez, sostener los lazos propios de las instituciones educativas es un constante desafío. Compartimos una reflexión de la Lic. Natalia Boffelli, coordinadora la Secretaría de Psicopedagogía y Psicología (SOPP).
Hoy se escuchan muchas versiones sobre la educación y de cómo educamos. Una educación a distancia que no nos previno a la educación presencial, que no nos preparó para saludar a nuestros estudiantes, que solo nos sentó como equipos a ayudarnos y a leer protocolos e instructivos de sistemas que en dos días debíamos aplicar al 100%.
Aún manejando pizarras interactivas en las aulas y acostumbrados a trabajar con tics, no fue lo mismo, porque lo afectivo, los vínculos, nos quedaron estirándose como chicle. Pero ese mismo vínculo es el que nos mantiene a docentes, directivos, equipos técnicos de servicios de orientación psicológicos y psicopedagógicos, a técnicos informáticos, preceptores, entre muchos, con el compromiso de no trabajar límites de horas, sino más bien, dedicar nuestro aprendizaje para seguir enseñando, sosteniendo a nuestros alumnos conectados con el aprendizaje, que es su derecho, y nuestra pasión y elección vocacional, el enseñar y aprender.
Hacemos lecturas permanentes de documentos ministeriales, sesiones de reuniones de personal, con horas de acuerdos por video llamadas, de capacitaciones a través de sistemas que sostengan la presencia de más de diez personas on-line para acordar. Creando formas de retroalimentar semanalmente la llegada de actividades a nuestros estudiantes, con monitoreos variados que vamos mejorando con la dinámica del trabajo diario. Observando resoluciones y producciones de alumnos y cómo acercar la enseñanza para que se planifique en consecuencia.

Tampoco podemos olvidar los documentos que creamos y notas de contención a la familia, que tanto entendemos, porque nosotros somos una familia laboral y a su vez tenemos familias. No vamos a bajar los brazos, aprender y enseñar es nuestro trabajo, aún en momentos donde parece derrumbarse todo, estaremos como docentes acompañando a nuestros estudiantes, reflexionando sobre las críticas constructivas y dejando de lado las quejas sin sentido.
Todos estamos en este barco, todos tenemos problemas de todo tipo, pero también tomamos un compromiso y lo asumimos con responsabilidad, quedándonos en casa, pero no dejando de sostener la educación de nuestros estudiantes. La paciencia ante enojos la tendremos, la presencia frente a nuestros alumnos la sostendremos, roles que se mezclaron. Los padres deben guiar, acompañar y progresivamente los alumnos podrán hacer frente con autonomía en crecimiento, y sostenida por nosotros, con asesoramiento, logrando acomodarse a este hábito de trabajo en otro espacio y tiempo, y bajo otras formas.

Sólo hay que dar tiempo, respetar ritmos, dejar de compararse con otros, cada uno a su forma se acomodará. No estamos en una situación de normalidad, si es que la normalidad existe, estamos bajo la presión de una pandemia, que nos sensibiliza y genera emociones de todo tipo. Y debemos recordar que sólo la caricia de la solidaridad podrá con ella.
Construimos modalidades pedagógicas constructivas que se están acomodando acorde a la experiencia, la capacitación, las ganas y el día a día. Nos demos tiempo, todos a todos, seamos responsables, cuidadosos de cómo hablamos uno de los otros, de nuestros quehaceres y el de otros, todos necesitamos trabajar, todos necesitamos muchas cosas, pero por sobre todo hay algo que no cuesta dinero: Educar a niños y jóvenes para que sepan que no bajamos los brazos ante el peor de los monstruos, aún desconocido. Que creemos en la capacidad del ser humano de salir adelante. Siempre el vaso lleno, más aún en momentos tan impensados y terribles.
Lic. Boffelli Natalia- Asesora Pedagógica y Coordinadora sopp IENM – IMVA
Para comentar debe estar registrado.