Sobre la revolución

Florencia Galan Camps, Doctora en Historia y docente del Instituto Milenio Villa Allende, compartió su reflexión sobre una de las fechas más importantes de la historia argentina, el 25 de Mayo de 1810. Sin lugar a dudas, recordar esta fecha que cambió la historia argentina también lleva al análisis de un presente particularmente desafiante, asimismo en el campo de la educación. “Estamos experimentando un cambio de paradigma, estamos siendo testigos de algo muy importante”, destacó Camps.


Un poco de historia

“El 25 de Mayo como fecha representa nociones como libertad y patria, nociones que fueron parte de la naturaleza misma, del espíritu de esos sujetos históricos y revolucionarios de 1810 como Moreno, Belgrano, Castelli, el gran vocero de la Revolución, el que ponía a través en palabras las ideas como valores para la construcción de un proyecto de país. Se estaba soñando con un nuevo modelo político que la filosofía hacia años proponía”, comenzó detallando la historiadora.

Asimismo, la fecha patria fue elegida como tal tres años después, tras la Asamblea de 1813. “Entre todas las resoluciones importantes que fueron de vanguardia para la época, la Asamblea es la que impulsa a establecer y fijar el 25 de Mayo de 1810 como la primer fecha patria, como el primer evento patriótico para auto-celebrarnos, para comenzar a construir una memoria social y colectiva del proyecto político”.

De todos modos, no siempre fue un festejo cargado de sentimientos de pueblo unido. “Esos primeros años de celebración del 25 de Mayo, tanto en Buenos Aires como en el interior, eran fechas de mucha agitación política de muchos replanteos. Muchas veces, fue un momento para reavivar diferencias políticas muy profundas en una sociedad de orden colonial donde pocos jóvenes venían a movilizar ideas”, destacó Camps.

La fecha tiene muchos debates y miradas para ser explicada según historiadores y educadores. Al respecto, Galan Camps expresó: “Intento llegar a mis alumnos y a mis hijos con una versión del 25 de Mayo de 1810 como una película cargada de acción, drama, humanidad, en la que unos cuantos jóvenes muy cultos, leídos, alborotados, fervorosos, con el brío que da la juventud, pudieron construir un evento político. El 25 de mayo de 1810 fue una revolución porteña de un puñado de jóvenes intelectualmente sagaces, persiguiendo un sueño de organización política”.

“Ese momento fue violento, tensionante, sangriento, de mucho frío, de calles oscuras donde los interiores de las casonas más respetables de Buenos Aires palpitaban este espíritu de fervor político que finalmente va a desenlazar en la toma del Cabildo, en la organización de una junta nada excepcional para la época”, caracterizó la historiadora y detalló que la fecha representa una consecuencia de largo plazo, de revoluciones anteriores como la Revolución Industrial, o la revolución norteamericana y francesa cuyas ideas llegaron a este rincón del mundo.

“La revolución fue un eco de un orden mundial cambiante y un eco inmediato de un dulce sabor de victoria que le quedaban a los miembros de la colonia por haber ganado las Invasiones Inglesas de 1806 y 1808, que tantas veces en la historia quedan olvidadas o relegadas”, rememoró Camps.

Mitos del 25 de Mayo

Como comúnmente se sabe, muchas de las construcciones mentales y culturales
sobre esta peculiar fecha se encuentra plagada de numerosos mitos. Camps rescata a cuatro de ellos. “Las ilustraciones de la plaza del 25 de Mayo con los patriotas cubriéndose por la lluvia con paraguas, responde a un mito. Los paraguas eran un lujo, un producto adquirido en el mercado inglés, eran muy poquitos y los usaban las personas más encumbradas de Buenos Aires que seguramente no estaban paradas en la plaza bajo la lluvia”, advierte Camps.

“Otro mito que me gusta mucho es el de desnaturalizar la imagen de French y Beruti, cándida, inocente y romántica de estos jóvenes que repartían escarapelas cuando en realidad eran picantes agitadores políticos, punteros de la revolución. Eran los patriotas que movilizaron la plaza, agitando a la victoria y presionaron a los grupos realistas a favor del rey, inclusive con gestos muy violentos, de niños buenos y tranquilos no tenían nada, si bien tenían una noble causa, la violencia estaba a flor de piel en esa plaza”, contó la historiadora.

A su vez, otros de los mitos revolucionarios pasan por el clima, el debate sobre si fue un día lluvioso o soleado. De todos modos algo fue seguro, el frío. Camps, añadió: “Ya desde las ocho de la mañana el pueblo ocupaba la plaza y era una pequeña cantidad, y todo era una verdadero barrial ya que los calles de Buenos Aires se empantanaban”.

El tercer mito lleva al cuarto, es decir, cuántas personas habían ocupado la plaza, históricamente se habló de una multitud, y tal como dijo Camps: “Multitud que no existió. Habían sido invitados al evento unos pocos vecinos de Buenos Aires, otros llegaron a voces. Había entre 400 y 600 personas sobre una población de 40 mil habitantes, aproximadamente, lo cual es una porción muy pequeña. Esa gente fue testigo del acto revolucionario más importante de la historia argentina”.

25 de Mayo pero del 2020: La escuela también vive su revolución

Todos los años las fechas patrias, como el 25 de Mayo, representan un momento de encuentro y memoria, expresado a través de los clásicos actos escolares. Este tiempo, atravesado por una pandemia mundial plantea nuevos desafíos para las aulas y las ceremonias. “La escuela funciona como un gran constructor de significados en cuanto a la construcción de nacionalidad y el sentido de lo que es común y nos pertenece a todos. Este año es especial porque nos pone a prueba pedagógicamente, nos pone a prueba como familia y como sociedad”, indicó Camps.

“Creo que es un momento de volver a ciertas bases esenciales que tienen que ver con la responsabilidad o con las posibilidades que tiene el hogar. Soy una convencida de que los sentimientos más profundos y legítimos sobre esta fecha debe darlo, y lo da por naturaleza, la casa; en lo que los padres trasmiten en conocimiento a los hijos, que se trasmite en hábitos, costumbres, valores”.

“Un 25 de Mayo sin escuela que lo celebre, sin disfraces, sin cartulinas blancas y celestes, sin escarapelas por obligación en los tapados y suéter, duele en algún punto. Debería sacudir en el hogar, a los padres en la tarea de trasmitir cultura, pertenencia. Es un buen momento para sacudir la cabeza y recordar esta noción de que en la casa se da una dimensión de la educación sensible que si no está es difícil que la escuela pueda complementar esa experiencia”, reflexionó Camps.

Sin lugar a dudas el año 2020 atraviesa un cambio muy profundo. “Hablando de revolución lo que hoy estamos vivenciando va a ser revolucionario. A nivel pedagógico llegó el tiempo de la aceleración pedagógica, en el sentido de aceleración de un proceso histórico de cambio pedagógico a nivel mundial y local”.

“Seguramente quedarán muchos aprendizajes en toda la comunidad educativa, es un proceso muy duro porque queda al descubierto lo difícil que es enseñar, acompañar. Es un momento donde queda al desnudo todas las debilidades y también deja florecer el ingenio, creatividad y fortaleza de los profesionales de la educación y de los padres que acompañan. Una tarea dura que también significan angustias, miedos, incertidumbres, dolores, adrenalinas, logros, alegrías estamos experimentando una revolución educativa, un cambio de paradigma, estamos siendo testigos de algo muy importante”, concluyó la especialista en historia.


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